Diego Portales
Entre los años 1830 y 1837 bajo los gobiernos de Ovalle y Prieto, un hombre sería nombrado ministro de Guerra y Marina, del Interior y Relaciones Exteriores, acumulando más poder que nadie en la nueva República que se formaba.
Su nombre: Diego Portales. Revolucionario y confrontacional, Portales vio una patria que nacía llena de necesidades: promovió la realización de la Constitución, delimitó sus fronteras e hizo el primer censo en Chile.
Su ley era el rigor y el orden. Para unos, Don Diego era el joven brillante y enérgico que Dios había puesto en nuestro camino; para otros, un pequeño dictador personalista. Nadie dudaba de sus capacidades, pero algunos cuestionaban sus métodos.
Esta es la historia de una tragedia; aquel hombre que ordenó al país, sufrió la muerte de sus hijos y de su esposa, la reprobación pública por una relación con una joven aristócrata peruana y la enemistad del ejército y el clero, termina su vida bajo un pelotón de fusilamiento en los bordes de los cerros de Valparaíso.
Quizás nunca sabremos quién fue realmente Diego Portales, pero jamás se podrá negar su polémica trascendencia.