Chile. Año 2007. Dirigida por Cristóbal Valderrama. Protagonizada por Diego Muñoz, Nicolás Saavedra, Javiera Díaz de Valdés, Manuela Martelli, Mariana Derderián, Patricio Díaz, Alejandra Vega, Aline Küppenheim.
Las cosas funcionan mal para Vladimir, un escultor al que ha dado de baja la veterana pero aún de buen ver Aline Küppenheim, y que ha terminado con sus cosas en la calle por no pagar el arriendo (¿y cómo, si es un vago de porquería?). En eso, casi como caído del cielo, aparece un viejo amigo del Cole, que ahora trabaja en un laboratorio. Este amiguete se lo secuestra a una picá en la que sirven la vieja y gloriosa malta con huevo, trago al que pronto nuestro escultor se hace adicto. Tras una poca de manipulación, nuestro heroico escultor termina convenciéndolo de que deberían irse a vivir juntos. O algo así, al menos. Las cosas se complican cuando aparece la novia del amiguete del laboratorio, que es una chica de curvas más o menos peligrosas (bueh, más tonicidad muscular de gimnasio que curvas, pero no importa), y con la cual no hay onda... pero sí. Y se complican aún más cuando esa onda acaba en el mueble de dormitada y relajación conjunta. Y se complican aún peor cuando aparece una chica media gótica y media darkie y entera rara que le echa flor de maldición encima. Y acaban de complicarse cuando descubre que todo el enredo podría estar asociado a una misteriosa nueva capacidad, la de viajar por el tiempo... ¿"Acaban de complicarse", dije...? ¡Por el contrario, las complicaciones recién comienzan...!